La música es hoy parte de la vida, tan incrustada en nuestra piel como la piel misma. Hoy por hoy la juventud no sabría vivir sin ella. La llevan consigo a todas partes como una prolongación de su yo, de su persona, de su identidad; forma parte del statement del manifiesto propio de quién soy.
Y hablaremos en este blog de la música en más de una ocasión, pero hoy en particular hablaremos de tres perlas de innovación dónde la música es el denominador común , y dónde ha servido como agente para dar respuesta a problemas sociales, económicos, educativos, tecnológicos, políticos, humanitarios y son ellos
1. La primera vez que se hizo un coro en crowdsourcing colaborativo y donde no estaban todas las personas en el mismo sitio sino en sus espacios virtuales que confluyeron en un mismo sitio Eric Whitacre’s Virtual Choir – ‘Lux Aurumque’ (Luz y Oro) en 2010. Gracias a las nuevas tecnologías y su conectividad le tomó a su Director Whitacre 4 meses, con 185 cantantes de 12 países.
2. El proyecto innovador de José Antonio Abreu y la Joven Orquesta Venezolana que, paso a paso, de un proyecto social educativo local, logró niveles de excelencia en los alumnos que está poblando las orquestas de la Tierra con excelentes directores y
músicos de esa joven cantera. Desde su creación se han formado más de 300.000 jóvenes músicos que ha dejado el mundo de la miseria por la pasión por un instrumento y la música que produce. Hoy el modelo se implanta en muchos países. Entre otros os dejo con su interpretación en Rusia donde el 2010 se decidieron a aplicar el modelo para formar masivamente a jóvenes intérpretes rusos.
En este video Gustavo Dudamiel quien nos ha deleitado en distintas ciudades españolas con su dirección toca a Tchaikovski y el Mambo de de Berstein (un fragmento del Mambo de las Danzas sinfónicas de West Side Story). Este Mambo es ya globalmente famoso porque ha sido un ejemplo de innovación disruptiva, lo innovador de Dudamiel ha consistido en hacer danzar los instrumentos; sí, sí, los instrumentos bailan al son de la música produciendo un efecto sorprendente y disruptivo. También bailan los músicos, pero lo diferente es cómo hacen bailar los instrumentos con mucho sentido del humor dentro de la profesionalidad y que hace que nos invada la
alegría y las ganas de danzar a la vez que de escuchar, demostrando que se puede innovar haciendo lo mismo de otra manera
3. El proyecto de Daniel Baremboin (Argentino de origen Judío hoy dirige la Orquesta de Berlín) y su amigo Eduard Said (Intelectual Palestino fallecido en 2003) de convivencia a través de la música para unir al pueblo Judío y Árabe. El Diván Oriente y Occidente, West-Eastern Divan es un puente tendido a través de la música donde jóvenes músicos libaneses, israelíes, palestinos y jordanos se unieron en su taller. Por ello le dieron el premio Príncipe de Asturias de la Concordia en 2002. El nombre El Diván de Oriente y Occidente 1819 viene de una colección de poemas de Goethe uno de los primeros Europeos que se interesó por otras culturas, usando el lenguaje metafórico de la poesía para demostrar que hay dialogo porque los valores del hombre son comunes y Universales.
Esto mismo se pretende con la Fundación WEDO crear con la música un dialogo permanente. Crearon una fundación en 2002 con este propósito y la orquesta se ha localizado en Sevilla, esta fundación forma músicos jóvenes en Sevilla, Ramala y Berlín.
“La WEDO no es una orquesta para la paz, sino un proyecto que demuestra que es posible la convivencia y el entendimiento cuando todos tienen los mismos derechos y responsabilidades. En la WEDO el lenguaje metafórico Universal de la música constituye el vínculo que une a todos estos jóvenes en un lenguaje de diálogo permanente. El diálogo entre intelecto y emoción puede ayudar a moderar una posición religiosa excesivamente rígida”
En 2011 en el mes de agosto dieron un concierto en la zona desmilitarizada de la Franja de Gaza donde se tocó la Novena sinfonía de Beethoven. Seguiremos hablando de este proyecto porque trae muchas enseñanzas organizativas para los proyectos de innovación.
Ana María llopis