Afrontar la crisis climática se ha convertido en una de las principales preocupaciones globales, pero también una de las tendencias al alza en un mundo empresarial cada vez más preocupado por la innovación en materia de sostenibilidad.
Las empresas son cada vez más sensibles sobre los efectos que su actividad genera sobre el medio ambiente. También son conscientes de ser evaluadas en términos de sostenibilidad por muchos consumidores.
El consumidor responsable, preocupado por su entorno, busca cada vez más relacionarse con empresas que también lo estén.
Sostenibilidad corporativa: entre las tendencias de innovación que ya no son una opción
Organismos como la Fundación Ellen MacArthur o la Global Reporting Initiative, destacan el papel imprescindible de las grandes corporaciones como parte (grandes emisores) y solución al problema, en este caso por su capacidad de invertir en innovación para reducir su huella climática o, incluso, generar un impacto positivo sobre el medio ambiente con su actividad.
Pero además, ambos organismos señalan a la colaboración con otros actores de la sociedad (empresas, organismos públicos, mundo académico, consumidores…) como otro binomio de éxito de cara a la lucha empresarial contra el cambio climático
Los grupos de interés de una organización son ‘influencers‘ eco
Empezando por los consumidores, que pueden colaborar como tales, invirtiendo en productos y servicios más sostenibles; o a título personal con sus prácticas y la predicción de aquellos bienes y marcas con huella ecológica.
Movimientos globales como los vistos el pasado año a favor de la lucha contra el cambio climático, muestran además cómo los consumidores son capaces de generar opinión, promover cambios en el mercado y forzar nuevas regulaciones.
Acciones y valores corporativos deben discurrir de la mano
Por el lado de la empresa, parece claro que las acciones en sostenibilidad deben ir alineadas a sus valores. No hay valores sin acciones, ni acciones sin ellos. Y ninguno de los dos son relevantes si detrás no hay transparencia, tanto dentro de la organización -empleados, accionistas- como hacia fuera: en su mercado y en un consumidor crítico, que mira con lupa que del dicho se vaya al hecho.
En resumidas cuentas, la carrera empresarial por la sostenibilidad conlleva nuevos valores, más transparencia, colaboración entre stakeholders e innovación corporativa.
Esta concatenación de esfuerzos parece rentable, por supuesto a nivel de planeta, pero también a la hora de evaluar la presencia y reputación de una corporación.
No parece casual que, según Forbes, el pasado año se duplicase el número de empresas comprometidas a reducir su huella de emisión de gases invernadero. Tampoco que un tercio de las 100 compañías estadounidenses del ranking anual de sostenibilidad de la revista Barrons debutasen en él por primera vez en última edición.
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