Las organizaciones tienen hoy la posibilidad de ser más ágiles innovando cuando se abren a su talento interno y al de aquellas personas con las que relacionan, nutriendo así una cultura de innovación colaborativa.
Pero en la práctica, no siempre conocen cómo hacer un uso efectivo de esta fortaleza o, incluso, no existe la voluntad colectiva necesaria para alcanzar y obtener provecho de la llamada sabiduría de las masas.
En este post, veremos las claves para despertar un apetito colectivo por la innovación. Asimismo, mostraremos cómo movilizar los recursos necesarios para hacer emerger la innovación colaborativa dentro de una organización.
Claves para el impulso de la innovación colaborativa
Según señala este artículo publicado en Harvard Business Review (HBR) para que un proceso de innovación colaborativa genere resultados de éxito debe construirse sobre tres pasos:
Idear con un canal, método y propósito.
Innovar de forma colaborativa busca generar más ideas dentro de una organización. A día de hoy, la tecnología pone a disposición de las empresas numerosas herramientas para que sus empleados y sus principales grupos de interés puedan compartir y desarrollar nuevas ideas.
Pero para que este proceso sea efectivo, y la diversidad colaboradores participantes generen valor y no ruido al compartir sus ideas, la organización debe transmitir claramente qué metas persigue alcanzar.
De ahí la importancia de una cultura de innovación y de una metodología que garantice que la producción de ideas esté alineada a los objetivos de una organización [conoce nuestro software y metodología de gestión de la innovación].
Este proceso de guiado colectivo debe además estimular ciertas preguntas entre los participantes. Qué se busca con una idea, qué tiene ésta de diferencial o innovador y qué coste, tiempo de maduración y riesgos conlleva son algunas de las más frecuentes.
Co-crear y hacer crecer las ideas, de la semilla a los frutos.
En las empresas denominadas como ágiles, las ideas se examinan y refinan de forma continua. Con ello, se descartan de primeras las que no son viables y se fomenta que las que lo son puedan evolucionar a estados superiores de maduración.
En su artículo, el HBR hace hincapié en cómo los distintos colaboradores de una organización (entre ellos sus empleados, clientes u otros colectivos) pueden participar en la primera fase de detección y mejora de estas ideas.
Herramientas como las comunidades de innovación permiten la cocreación de las mismas, refinando las mejores y desechando, con mecanismos como los votos del crowd o las evaluaciones de mandos intermedios, las de menor potencial.
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Ello hace posible generar más ideas y asentar un primer filtro de calidad sobre las mismas. Y es que en las empresas ágiles, las ideas se cuestionan y están en continua revisión, más allá de su evaluación una o dos veces al año a cargo de un alto comité.
Agilizar el time to market de las ideas al mercado.
En las organizaciones suele ser común que una persona con autoridad determine qué proyectos reciben financiación y qué presupuesto se les asigna.
Los procesos de innovación colaborativa facilitan el contraste de esta labor. Esta persona o personas pueden hacer un scouting de la información aportada previamente por un amplio grupo de colaboradores, incluido el de aquellos que están más cerca del mercado.
En resumidas cuentas, las empresas pueden aprovechar el conocimiento de sus grupos de interés para alumbrar un “prediction market” colectivo y ser más ágiles en su ejecución.
Asimismo, también pueden conocer de mejor manera el terreno de juego que hay dentro de su organización, a la hora de asignar los recursos necesarios para hacer crecer las ideas hacia resultados tangibles.
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