La respuesta a esta pregunta es que no siempre están claros los motivos, pero sí los responsables: un proceso de crowdsourcing simplemente falla cuando sus organizadores no saben dirigirlo, según un articulo publicado en HBR.org sobre las claves de guiar al talento de la masa hacia un fin concreto.
El dedo acusador es claro: si miles de personas coinciden en no implicarse y participar de un proceso colectivo, lo más probable es que éste falle por su planteamiento. Basta con mirar a la historia (reciente y no tanto) para ver numerosos ejemplos de movilización de masas de éxito: aquí ya contamos cómo Napoleón se sirvió del crowdsourcing para idear soluciones con las que preservar en condiciones óptimas los alimentos de sus soldados durante las campañas bélicas.
Quienes lancen un proceso de crowdsourcing deben actuar como un imán hacia las ideas de los demás. Foto: HBR.org
La historia reciente muestra, por el contrario, un sonoro fracaso como es el del Partido Pirata alemán, una formación política que en 2012 acudió a los comicios nacionales con una plataforma de crowdsourcing que promovía el veto del vigente sistema de circunscripciones electorales del país.
Sus responsables llamaron a participar en la iniciativa a los ciudadanos de la región de Renania del Norte-Westfalia (18 millones de habitantes), donde en las anteriores elecciones locales consiguieron el 7,8% de los votos. Sin embargo, sólo 20 personas participaron en la plataforma.
¿Por qué el primer ejemplo es un éxito y el segundo un rotundo fracaso?
Los responsables del artículo apuntan a una serie de claves para conseguir que el crowdsourcing llegue a buen puerto:
Aportar antes de recibir: es decir, no impulsar una comunidad vacía de contenido o en la que no se explique su finalidad. Ello lleva a la confusión, y ésta a su vez a la no participación. O, en el mejor de los casos, a la dispersión y a aportaciones de ideas sin relación con los objetivos que persiguen los impulsores de este proceso. Además, el ser humano, como ser social y tendente al gregarismo, quiere participar en iniciativas respaldadas por el grupo y por sus iguales.
Mostrar interés por las aportaciones de quienes participan en el proceso. No hay que olvidar que en la mayoría de procesos de este tipo las contribuciones son altruistas, por lo que el reconocimiento es un mecanismo básico de recompensa. Una actitud proactiva y de comunicación con los participantes es clave para el éxito del proceso.
Y lo más importante: abrir la mente y la organización a las ideas de fuera. Si no existe dicha mentalidad, todo proceso de crowdsourcing está condenado al fracaso. Dicho de otra manera, para recibir ideas de fuera primero hay que tener predisposición a dar a conocer las propias y cuál es la motivación de reclamar las de otros.
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Claves del crowdsourcing y algunos casos de éxito
Implicar a un alto número de personas en resolver un reto en común o en aportar ideas ha dado lugar a diversos casos de éxito. Estos son algunos de ellos: – Netflix se ha servido del crowdsourcing para mejorar, mediante las aportaciones voluntarias de sus usuarios, en un 10% la fiabilidad de su motor de recomendaciones. – Alain Afflelou utiliza el crowdsourcing de ideas, a través de la comunidad ideas4afflelou, para idear junto a sus clientes y al público general nuevos productos y servicios ópticos. – Starbucks también se sirvió anteriormente de una comunidad de este tipo para obtener más de 100.000 ideas de sus clientes a lo largo del todo el mundo.