Estoy encantada. Esto de compartir funciona.
Sois muchos más de los que esperaba,
con sinceridad,
los que me habéis contestado a la carta,
los que habéis querido compartir también conmigo,
y eso … gusta.
Además me ha dado otra perspectiva;
Si comparto, lo que comparten conmigo;
ya es la “releche”
Así que ahí van reflexiones que he sacado de vuestras respuestas.
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En un mundo de sobre-información
parece que no quedan espacios para la ACCIÓN.
Es más;
quizá esos espacios puedan venir de la falta de reflexión sobre lo que hemos aprendido.
(con esta newsletter cubrís la dosis de reflexión semanal, no os preocupéis. Salvados.)
Me explico:
Se lo he oído a algún “influencer” de emprendimiento:
“deja de consumir horas de teoría del emprendimiento y abre un negocio.”
De nada sirven libros de doma si luego no te subes a un caballo.
En nuestro mundo la balanza se desequilibra:
parece que hay mucho experto sin caballo.
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“Compartir es de guapas”:
Os sonará … por lo menos a los que seáis más millenials.
Pues acabo de entender verdaderamente su significado.
Es de guapas, porque la “guapa” es consciente de su fortaleza por sí misma, no por la “fealdad” de los demás.
No es más guapa que alguien, simplemente es guapa. Así que puede compartir sin miedo a que alguien llegue a ser tan guapa como ella,
eso no se lo plantea.
El tema compartir va de Egos. Así que menos Egos y más “Guapas”.
Obviemos discusiones sobre guapas o guapos, y el sentido literal de la belleza. Ya me habéis entendido lo que quería decir.
Algún día os compartiré mi teoría sobre la belleza humana. Cosecha propia.
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“Las cosas importantes suceden todos los días a todas las horas, incluido Agosto”
respondían a mi confesión sobre que me gusta trabajar en agosto.
Y es cierto.
No tendríamos que esperar a que llegue agosto para reflexionar,
ni siquiera para irnos de vacaciones.
Todos los días son una nueva oportunidad y resulta que muchas de las grandes ideas de negocio, o de las pequeñas,
esas que cambian nuestro día a día (en cualquier aspecto)
no suceden en horario laboral de 8h.
Si además lo encuadramos en un contexto de innovación, mundo en constante movimiento, aceleración tecnológica …
¿Por qué desconectamos? ¿La innovación no venía de la observación?
Es como si cerráramos los ojos la mitad del día.
¿Sería necesario ser flexibles con esos espacios?
¿Nuestro cerebro funciona cual máquina que apagamos el viernes a las 15h y agosto por completo?
No estoy hablando de trabajar 24h.
Esto va de otra cosa.
Ahí lo dejo.
Paula Casimiro
Directora General