Se ha repetido como una máxima por el hecho de ser cierta: la transformación digital ha llegado para quedarse, y desde un punto de vista empresarial requiere de compañías permeables y porosas a los cambios que este nuevo paradigma conlleva.
No está de más recordar que son cambios imperativos y no optativos, y que aquellos que no se acoplen a este nuevo fenómeno quedarán, en el mejor de los casos, relegados a un segundo plano en sus mercados.
Madurez digital de las grandes empresas en 2013 (fuente:MIT Sloan Management Review/Cap Gemini).
En la última reunión de clientes de ideas4all Innovation, nuestra CEO Ana María Llopis, habló de los ‘digirati’, aquellas compañías que han adoptado la transformación digital (y herramientas como social media, analítica, dispositivos móviles, entre otras) dentro de su funcionamiento cotidiano, aumentando sus ventas y beneficios.
No siempre han implementado este modelo sólo para introducir mejoras en sus procedimientos habituales de negocio, si no también de cara a reinventar sus propios negocios.
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El estudio “Embracing Digital Technology”, del MIT Sloan Management Review y la consultora Cap Gemini, avanza en esa línea al afirmar que las compañías que invierten en tecnología suelen hacerlo sólo para automatizar procesos ya existentes, sin tener en cuenta cómo ésta en sí misma puede abrirles nuevas rutas de negocio.
Es indudable que la digitalización conlleva mejoras en la ejecución de tareas y la agilización y supresión de otras de carácter rutinario, pero igualmente lo es que es una gran aliada de la innovación, con la que comparte pros y contras.
Según el citado estudio, los CEO de muchas compañías de grandes compañías se frustran al ver que la inversión realizada en transformación digital no siempre está acompañada de resultados disruptivos a corto plazo en su negocio, ya estos suelen requerir de procesos de maduración lentos en los que se ha contemplar (y permitir) el fallo.
Pero a la par, la gran mayoría de ellos son conscientes de que la transformación digital es imparable y son críticos con sus empresas al detectar una “falta de urgencia interna” en la adopción de sus prácticas.
También reconocen que la implantación de éstas requieren de la adaptación y el compromiso de toda la estructura de la compañía, de líderes que tracen una hoja de ruta dentro de este nuevo entorno, y de trabajadores que, a través de herramientas digitales como una comunidad de ideación, demuestren mayor implicación a la vez que son escuchados y recompensados por su esfuerzo e ideas.